domingo, 26 de diciembre de 2010

Día de difuntos



En los mercados, los jardínes y los huertos, estos días asoman noche y día las flores de difuntos
para luego mustiarse lentamente al pie de las tumbas todas.
Flores con miles, diminutas hojas, blancas, moradas, amarillas, que tienen hasta el final la última despedida.

Flores rojas también como la sangre que antes salpicaba la emoción y ahora descansa inexistente.
Los cementerios se llenan de alegría traslúcida por la emoción guardada.
Los familiares acuden a la florida y triste fiesta para luego continuar con la esperanza nueva.

Regresaran con la cabeza baja, olvidando que han llorado,
sin saber que la noche cubrirá de sombras,
las sombras que antes fueron vida
y las flores que ahora son recuerdo.

Añoranzas

Espera. No apures la copa hasta el final, déjame un poco,
voy caminando y en cada paso que doy, yo te recuerdo      
y yo camino tanto...

Amor mío, nunca más volveremos a encontrarnos
pero el retrato sigue allí donde lo has puesto.

Aquí sentada, en la pequeña silla de madera que hiciste para mí,
sigo esperando para que la cena no se enfríe,
total el reloj está parado, qué importa el tiempo.

Tierra Madre

Tierra madre...

Que yo te abandoné cuando tuve consciencia de mi ignorancia para rodar por el mundo buscando un trabajo aquí, una esperanza allá, encontrando a veces una mano amiga, otras muchas una cerrada puerta.

Tierra madre que nunca pisé tu suelo con certeza de hombre entero.
Cuántas veces he buscado una ilusión en vano para compensar mi soledad y mi abandono,
Cuántas veces lloré lejos de tí cuando al caer la lluvia no llegaba hasta mí el perfume
húmedo y sensual de la tierra fresca y querida.
Añorar tanto el sabor a pan caliente y agua tierna siempre en movimiento alegre.

Aquí en la ciudad no se escucha el espanto de los truenos, ni se aprecia el grandor de su silencio,
ni tampoco tintinean en la hierba las diminutas flores , delicadas y frescas cuando el viento del norte acaricia sus tallos, bailantes y tiernos.




Tierra madre que no supe apreciar que te tenía tan lejos y en el corazón tan cerca.
Aquí en la ciudad, camino por cien calles que no tienen fin y todo es desconocido para mí.
Sobre la mesa de mi pequeño cuarto, escribo para tí, porque ya no puedo con el peso de la nostalgia.

Madre tierra,
llámame con fuerza para que aunque tarde , vuelva para sentirte cerca
pues siento aquí a mi lado, la recompensa silenciosa de mi soñar eterno que me encontró tan lejos sin yo quererlo.

El Albariño




Nombre suave como una caricia
Albariño fresco como la brisa
Te refresca cuando lo bebes,
Te emociona cuando lo recuerdas.
En compañia es una fiesta
En soledad es una pena.
Quien lo prueba no lo olvida
Quien no lo conoce no debería.
Sabe a tierra fresca y bendita,
Sabe a sol y lluvia incluída,
Albariño, verde en verano, rojo en otoño
Suave todo el año.

La Iglesia


La Iglesia está en contra del aborto, de los homosexuales, del divorcio, de la píldora anticonceptiva, y de muchas otras necesidades humanas. La Iglesia está practicamente en contra de todo lo que no le cuesta dinero.



La Iglesia no está en contra de que niños y niñas en muchos países, pasen hambre. No está en contra de que algunas madres no tengan leche para dar de mamar a sus hijos porque ellas mismas tampoco comen. No está en contra de las chabolas que inundan países. Chabolas sin luz, ni agua, ni suelo, ni cama, ni cocina, ni nevera, ni comida en la misma. Comida que tantas veces se tira en otras partes del mundo. No está en contra de que los pobres tengan hospitales o escuelas, agua potable, carreteras y otras necesidades que la mayoría damos por hecho. La Iglesia no está en contra de todo eso porque esto cuesta dinero y esfuerzo, sobre todo dinero, porque la Iglesia pide y pide pero ?qué hace para aliviar tanto sufrimiento y abandono?. No se puede rezar con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados. Eso es lo que le hace falta a buena parte de la Iglesia. La Iglesia reza para no pensar y piensa para ir en contra de todo lo que no le combiene. Mientras reza no piensa y si no piensa, nunca se dará cuenta de todas las miseria de esta tierra. La Iglesia, extiende la mano para ella pero cierra el puño para los que más lo necesitan.